
martes, 29 de julio de 2008
Reunión pacífica

domingo, 27 de julio de 2008
VUELVE LA MAGIA
Mdelate nos recuerda como en las tardes de verano ,mientras todos sesteaban ella se dedicaba a leer, nos cuenta como aquellos libros le hacían sentir una emoción tan grande que ahora después de tantos años aún recuerda. Creo que a to@s más o menos nos pasa igual y pensamos que aquellas emociones al leer nunca volverán a ser igual.
Para mi ,que comencé a leer también de pequeña, los libros de los cinco y siete secretos eran historias estupendas que hacían que mi corazón siempre estuviera a punto de estallar .Era un mundo lleno de aventuras de riesgo y de acción.
Luego pase a leer aquellas historias tan "magnificas" de José Luis Martín Vigil, historias que me emocionaban hasta el infinito,historias que leía con autentica devoción.Recuerdo por ej. Sexta galería, Cierto olor a podrido, La ciudad de los muchachos, etc...Recuerdo cómo lloraba a moco tendido,o como sentía como propio lo que a los protagonistas les pasaba...En fin eran otros tiempos y otras circunstancias...
Luego llegó la lectura de más adultas, Pregúntale a Alicia, Lo ha dicho Harriet...bueno, aquello ya nos parecia el sumum de la literatura. Es cierto mdelate, no volveremos a sentir como sentíamos entonces, pero seguiremos SINTIENDO aunque de otras formas.
Para mi el libro que estamos leyendo ahora El corazón es un cazador solitario, me ha devuelto la magia de sentir con profundidad el placer de la lectura, después de Manhattan, Santuario, que placer coger un libro y saber quien es quien a la primera, personajes que son quienes son y no se esconden ¿o si?
El bueno de Singer, el solitario, a quién todos acuden para tal vez sentirse menos solos.
Es extraordinario ver como todos van pasando por delante del sordo para contarle "sus cosas" ,como todos los personaje se van desnudando delante de el sin que el lo pida. Supongo que será la soledad de los que estamos siempre acompañados. En fin , no se ,solo decir que estoy disfrutando con el libro y estoy deseando seguir leyendo.
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sábado, 26 de julio de 2008
viernes, 25 de julio de 2008
Mi generación koniec

El corazon es un cazador solitario me ha cazado el mio a la primera, no sé porqué desde las primeras páginas y voy por la 70, me evoca y me transporta a aquellas tardes de verano en el patio de mi casa leyendo mientras los demás hacian la siesta y que por mucho que me empeñara en poner la tele lo único que aparecía era la odiosa carta de ajuste entonces mi única distracción era leer (y bendita distracción). Este libro casi está siendo capaz de evadirme por completo y sumergirme siendo uno más de los personajes, igual que cuando leía Oliver Twist, Corazón, Poliana,Un árbol crece en Brookliny tantos otros con los que de adulta no he sido capaz de volver a sentir igual, creo que no me equivoco al pensar que va ser así hasta que lo acabe. Todo esto me evoca aunque no tiene nada que ver con el libro,(Porqué además ya hace días que me rondan en mi cabeza) aquellos dibujos de Europa del este que terminaban con Koniec en vez de con The end, a mí no me gustaban nada, me gustaban mucho más los de Hanna-Barbera, y no entiendo porqué precisamente en aquella época en la que no entraba nada de aquellos paises nos hacian tragar estos dibujos. ¿Sería por eso, porqué no nos gustaban, justamente, por lo que los ponian? ¿Sería para que vieramos lo horrible que era aquello, en contraposición con los maravillosos Picapiedra, Don gato, Los supersónicos etc...?.
Bueno en resumidas cuentas que este libro me está hurgando en mis entrañas y me parece sencillamente maravilloso y maravillosamente sencillo.
jueves, 24 de julio de 2008
SIN PALABRAS
'La primera noche ellos se acercan
y cogen una flor de nuestro jardín,
y no decimos nada...
La segunda noche, ya no se esconden y pisan las flores,
matan nuestro perro y no decimos nada...
Hasta que un día el más frágil de ellos
entra sólo en nuestra casa,
nos roba la luna, y conociendo nuestro miedo
nos arranca la voz de la garganta.
Y porque no dijimos nada...
ya no podemos decir nada'.
Vladimir Maiakovski
miércoles, 23 de julio de 2008
Hablando de Manhattan Transfer y la agenda de baile

Caundo lees sin ser atrapada es el corazón quien suele decirte abandona ese libro, déjalo ir si no te extasía, déjalo ir si no te deleita, si no te galantea con esmero; En tanto que la razón, consciente, juiciosa y reflexiva como debe, inalterable a caprichos, te acosa, te ordena: ¡continua!, sigue adelante y busca razones contra la indiferencia y el desamor y , así, te revuelves contra tu entraña y te argumentas, te quieres convencer, hablas, piensas, dices…
…Este libro intenta capturar la vida del Nueva York de los años ’30 desde los trazos marcados por un grupo de personajes apenas esbozados en sus tramas más superficiales, no sé si acaso para mostrar eso mismo la superficialidad de la existencia cuando el sobrevivir es el propósito, cuando la ciudad, la construcción del futuro imperio, de la Gran Manzana, es el objetivo imperante, no importa que en el camino se atropellen las vidas de unos contra las de otros, ni literalmente los atropellos que sufren las persona por parte de los carruajes que significan el progreso, el avance frente a los que quedan caídos…
…Este libro, su forma de narrar, cuasi puntillista, en un fragor de frases cortas que pueden resultar vivas, resaltando un estilo periodístico, casi fotográfico, enmarcando así el vértigo de unos años “locos” no sólo por el charlestón, sino por el dinamismo de una evolución continua y versátil…
… En este libro, Manhatan Transfer, John Dos Passos, pienso, intenta capturar lo multiforme de la población de Nueva York, las vidas apresuradas por las premuras de los cambios sociales y mostrar unos personajes que en su afán supervivencia transforman su vidas en superficiales y vanas…
Esto, creo, quería mostrar(me) Dos Passos y yo intenté (juro que lo hice) dejarme atrapar, intenté dejarme calar esperando ver el nirvana de la emoción que significa hundirte en un libro, alcanzar ese momento en el cual el corazón –la pasión de leer- y la razón se entrelazan y comienza el vals, pero yo abandoné el baile, no sé si perdí mi zapato de cristal y con ello el príncipe azul y sólo me quedé con la nube de las dudas indelebles que dejan los bailes inacabados.
lunes, 21 de julio de 2008
Por fin una escritora: Carson McCullers
Carson McCullers, nacida en Columbus (Georgia) el 19 de febrero de 1917, está a mitad de camino entre William Faulkner y Truman Capote y en sus escritos nos propone la decadencia del Sur estadounidense mediante el retrato de sus miserables protagonistas. Esta, su primera novela, 'El corazón es un cazador solitario' (1940), publicada cuando Carson sólo contaba 24 años, la convirtió en toda una niña prodigio de las letras norteamericanas. Saludada con entusiasmo por la crítica, en sus páginas se daba cuenta de la existencia de varios habitantes de un pequeño pueblo. Así se entrecruzan las historias de Copeland, un médico interesado en concienciar a los negros; Biff, el dueño del "drugstore"; Mick, una adolescente apasionada de la música -a buen seguro trasunto de la autora- cuyos sueños la evaden de la miseria de su hogar; Blount, un forastero alcohólico; el sordomudo John Singer, interlocutor ideal... Cada uno a su modo, todos ellos amenazan con una ruina inminente, a la vez que componen una amplia panorámica a través de los distintos matices de la soledad. El año siguiente, en 1941, aparece la quizá sea su novela más conocida, 'Reflejos en un ojo dorado'. Si en su primera entrega la autora fue a dar cuenta de las miserias de la sociedad civil de su sur natal, en este caso será la sociedad militar.Finalizada la guerra, como vienen haciendo desde los años 20 todos los escritores norteamericanos, Carson McCullers se instala en París. En la capital francesa contraerá matrimonio con un oficial norteamericano destinado allí. Pero Carson no estaba hecha para el matrimonio. Muy probablemente, 'Frankie y la boda' (1946) -donde se nos propone la triste experiencia de una niña convencida de podrá irse a vivir con su idolatrado hermano cuando éste se case- guarde cierta relación con la unión de la escritora. De regreso a América, Carson comienza a ser presa de constantes depresiones que acaban llevándola al alcoholismo. Entre borrachera y borrachera escribe 'Reloj sin manecillas', aparecida en 1961. En ella acomete un tema ineludible para todos los escritores nacidos en el Sur estadounidense: la segregación racial. A la sazón, Carson McCullers padece una parálisis que va minando su vida inexorablemente. Publicada dentro del volumen de relatos al que da título, 'La balada del café triste' -que en España suele editarse como un texto independiente, narra una mísera e imposible historia de amor: la habida entre la virago Amelia y su primo, un tullido que roza la subnormalidad. Muerta en Nueva York, el 15 de agosto de 1967, su última colección de relatos, 'The Mortgaged Heart', aparece en 1971. Para entonces, Carson McCullers ya esta considerada una de las voces más importantes y sugerentes de la literatura norteamericana del siglo XX.
Datos extraídos de El Mundo.com
jueves, 17 de julio de 2008
Os esperamos en casa
martes, 15 de julio de 2008
ULTIMA ESTACIÓN

He acabado el libro con improbo esfuerzo, pero con un esfuerzo recompensado con creces: se ha vuelto a obrar el milagro. Debido a las muchas horas dedicadas a él he visto que los hilos de luz dorada filtrados a través de las hojas del limonero seguían ahí, esperando; que la brisa fresca y nueva de la mañana estaba ahí, esperando; que el silencio apenas roto por el trino/arrullo de algún pájaro seguía ahí, existiendo, que el aroma dorado de limón estaba ahí, me esperaba. He vuelto a leer existiendo sólo yo y mi libro, bueno y unos pasajeros inesperados: mi gato y mi perro, polizones bienvenidos, bienintencionados, que con sus movimientos perezosos a esas horas de la mañana, apenas audibles, eran, tal vez, la mejor compañía.
Y del libro ¿qué decir? Lo he leído a trompicones hasta la hora en que decidí que evidentemente había que coger al toro por los cuernos. Es un libro, entiendo yo, misterioso, que no de misterio. Misterioso al modo de, por ejemplo, de una película de Joseph Leo Mankiewicz (11 de febrero de 1909, Wilkes-Barre, Pensilvania - 5 de febrero de 1993, Bedford, Nueva York, misterioso de personajes que pasan por el libro/río a ráfagas, sin dejarnos conocerles, dejando en cada aparación un soplo de misterio. Nunca acabamos de conocer a Helene, ¿o es Ellen?, ¿o es Elain? ¿Qué vida esconde? ¿Cuánta es su belleza? ¿Por qué nunca llega el éxito? Nunca conocemos a Jimmy Herf, sus ansías de viajar, su soledad…
A pesar de recorrer ellos dos y tantos otros –como el Hudson- a través de todo el libro, no conseguimos conocerlos aunque creo que su autor consigue que nos inquieten. Igual que posiblemente algunos de sus innumerables personajes que pueblan el libro, que pueblan el río. Porque a pesar que parece que este libro habla de la Ciudad, yo creo que habla del río que la vertebra, del río que los une y los separa, pero que los vincula a pesar de sus diferencias siempre omnipresente con sus ruidos de sirenas, sus nieblas, sus barcos, barcazas transportando alcohol clandestino, con sus víctimas, sus grúas dominándolo todo.
Y al mismo tiempo a pesar del misterio que haya podido sentir al leer este libro también –como ya os comenté- he divagado debajo de mi limonero ¿será precisa tanta desestructuración en una novela? ¿Quiero yo algo tan complejo? Y he dudado. A pesar de los artículos que he leído de Mdelaté, del Coyote, defendiendo su modelo, con interesantes aspectos de ver la novela, yo no estoy segura de que tanta complejidad haya sido beneficiosa para la novela. Es posible que prefiera personajes más complejamente construidos con los que pueda sentirme, supongo, identificada o hermanada, personajes que me hagan sentir, que me conmuevan, y no frías figuras transparentes como a veces se me presentan en Manhattan Transfer.
jueves, 10 de julio de 2008
Aquellas pequeñas cosas
Por esas pequeñas cosas que todas tenemos, que todas temenos, que todavía nos hacen temblar y pensar en llenar maletas y vaciar papeleras y afrontar puertas, ignorar relojes con mentidero en vez de minutero y por cada segundo que nos va arrancando a su paso embustero...
La calidad del sonido no es muy buena pero me ha parecido tan ingenua, tan pura la grabación que he preferido elegir esta a otras más formales. ¡Por aquellos años, por aquellos sueños!
Maria Schneider orchestra
miércoles, 9 de julio de 2008
Reloj, marca las horas

La reunión de hoy es en casa de Inma, que jura que así será para siempre o hasta que consiga pleno. O sea, que poneros todos en marcha.
La reunión anterior, en casa de la susodicha, llena de fresquita, de cordialidad, de hospitalidad, y de huecos dio poco pábulo al libro al haber leído algunas miembras poco y mal, otras poco y bien –todos los argumentos perfectamente subrayados- y las menos habiendo cumplido. Supongo que hoy será mucho más interesante al tener más opiniones, más personas, más páginas leídas y una idea más materializable en palabras. Supongo que la fresquita, la cordialidad y la hospitalidad, las mismas.
El próximo libro, El corazón es un cazador solitario (The Heart is a Lonely Hunter, 1940) escrita con tan sólo veintitrés años fue la primera novela de Carson McCullers y dio a conocer la magnitud de su talento. Centrada en el ambiente de una pequeña ciudad sureña y en un grupo de personas que —en torno a la figura emblemática del sordomundo John Singer, el personaje más conseguido de esta genial autora— tienen en común la esencial soledad, su marginalidad y el rechazo de una sociedad que les ignora, El corazón es un cazador solitario es ya un clásico de la narrrativa contemporánea. Leyendo El corazón es un cazador solitario el lector no puede evitar implicarse con cada uno de sus personajes y vibra ante la experiencia de seguir a Carson McCullers en su viaje por las profundidades del alma humana. Esta pieza maestra justifica sobradamente las palabras que Graham Greene escribió acerca de su autora: «Carson McCullers y quizá William Faulkner son, tras la muerte de D. H. Lawrence, los únicos escritores con una sensibilidad poética original. Prefiero Carson McCullers a William Faulkner porque escribe de modo más claro; la prefiero a D. H. Lawrence porque no tiene mensaje.» Fuente Editorial Six Barral
martes, 8 de julio de 2008
Un cadaver nada exquisito

Mirad en que nos hemos quedao, que lástima con lo lozanos y llenos de vida que estabamos hace un año, podemos poner todas las excusas que queramos,
que si no tengo tiempo,que si tengo la casa llena de gente, que si no tengo casa, que si no tengo internet. Y una porra!!, por no decir, y una mierda!!.
Alquien se comprometió a decir donde era la próxima reunión, a dar un pequeño rapapolvo (que no guardapolvo, ni un polvo)y a comunicar el próximo libro, pués tampoco.
Enfín, tal vez nadie lo lea, pero si hay alguien ahí, un saludito.
domingo, 6 de julio de 2008
Turbaciones


Hablando de vértigo, aquí os dejo las fotografías : “Lunchtime atop skyscraper” y “Resting on a Girder”, ambas fotos de Charles C. Ebbets, muestran a una serie de obreros que trabajaban en la construcción del Rockefeller center en Nueva York, en lo que sería su tiempo de almuerzo o su tiempo de descanso. Parece ser que el ritmo de construcción fue altísimo (más del citado torbellino) pues se llegó a construir el esqueleto de una planta por día y se consiguió terminar en un año y 45 días y esto con los medios existentes en los años 30. Lo curioso de todo esto, además, es que muchos de los obreros de estas fotos de los años 30, son indios Mohawk, pertenecientes a la tribu de los iroquises y que gracias a algún factor genético no sentían vértigo, lo que les permitía moverse por las vigas a 150 metros de altura con total normalidad, sin ningún tipo de medida de seguridad, arneses, casco… que ponen los pelos de punta.