sábado, 6 de junio de 2009

Buscando en la gatera


Qué profunda emoción recordar el ayer, cuando todo en Galiza me hablaba de tí... Y es que en este dolce haber niente del blog que se nos muere, me obligo a buscar en cualquier rincón de mi alma, o lo que sea, algo, una lucecilla, que me proporcione tres destellos, dos recuerdos, una sensación, una imagen o dos palabras con los que hilar unas cuantas frases que me sirvieran de anzuelo con el que repescar antiguas plumas, esas que nos hablaban de camareras enanas, de chicas que iban al baño con el bolso a cuestas, de cronopios y famas, de preciosos piojos que desayunaban horchata, de canicas, de bellas actas de reunión, de amores de abuela, de verdades editoriales y desidias contenidas, que ya hoy han ganado demasiadas batallas; Decía, que se me va la pinza, que buscando lucecillas, una excusa, al fin, para asomarme aquí, que: Qué profunda emoción recordar el ayer, y es que abrí un cajón que me recordaba Galiza, Galicia, el camino de Santiago, ese que volvería, que no sé si volveré, a hacer, fueron 7 días de una magia especial; No sé lo que sentirán los que lo hacen con una vocación cristiana, pero puedo facilmente comprender que se extasíen pensando en bondades divinas que surgen, creo yo, de aquello más humano, ese sentir sencillo y especial que ocurre cuando nos encontramos persona a persona con los otros, con nosotros y con la naturaleza, sin más medios que tú mismo, con la fuerza de tus anhelos y el reto de cada día llegar un poco más adelante, para entonces apreciar con qué poco se es feliz, con qué poco se consigue hacer camino, cómo tan poco al tiempo es tanto, porque eres tu sola, contigo y tu voluntad y te sientes grande con las cosas más pequeñas y te sientes rica con un sorbo de agua y te sientes satisfecha al coronar un repecho y te sientes radiante al salir de la neblina y te invade el optimismo bajo la ducha de final del día y entonces te hablan los recuerdos. Sensaciones íntimas, pero comunes a todos aquellos que vas conociendo en el caminar diario, a los que echas en falta cuando se retrasan en su encuentro, con lo que hablas, o a los que sólo regalas, te regalan, un gesto y entonces sientes, piensas la grandeza de lo humano y la tristeza de lo mucho que nos olvidamos de ello en el devenir diario, cuando nos alejamos de los paisajes verdes, de los frondosos valles y nos rebozamos en el asfalto negro y el alquitrán asfixia lo humano, volvemos la espalda a nosotros y, equivocados, buscamos la felicidad donde sólo existen negros barros.
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4 comentarios:

Mdelaté dijo...

Yo tenía intención de hacer una proclama, pero el trabajo estos dias no me ha dado tregua y se va a convertir en comentario de tu articulo que me viene al pelo.
Por consiguiente manifiesto que:

Gustandome como me gustan las cenas de los miercoles, y eso que no cree dudas. Digo que, si no ponemos más de nuestra parte como antes lo haciamos, trabajandonos más las lecturas, buscando información colgandola en el blog y enriqueciendonos con las aportaciones de los demás, resulta que el club como tal pierde un poco su razón de ser, porqué si no compartimos más nuestras emociones e impresiones como antes haciamos, llegará el momento que a lo mejor nos seguirá gustando juntarnos los miercoles y hablar de lo divino y lo humano pero leyendo cada una lo que buenamente le apetezca. Lo digo como toque de atención para ver si se nos revuelve algo en las entrañas/telarañas y le damos un poco más de vidilla literaria al asunto. Por lo menos yo lo necesito para no tener tentaciones y ponerme a leer otras cosas que también me apetecen, y que conste que esto es tambien entonar un "mea culpa".
Gracias por mantener la hoguera mientras lleguemos las demás

Mdelaté dijo...

Por ejemplo, no hay ni una pequeña referencia, si no es buscando mucho, de que estamos leyendo Ana Karenina. Vale, adios.

The cat dijo...

Tienes toda la razón del mundo.

McCorroe dijo...

Yo,sigo tenido los dedos de algodón y el cerebro de azúcar; no hace falta que os diga el pringue/empalague que resulta de este binomio.
Y sí, también siento que esto se diluye, sin remedio, si no le damos solución.
Y pienso que una novela tan larga como la tenemos entre manos, aún siendo una obra esencial, es, valga la redundancia, demasiado larga y también los comentarios/pensamiento se diluyen, se espacian...
Deberíamos ponernos un tope de páginas, quizás una 400/500 a lo sumo.