domingo, 13 de febrero de 2011

¡Los piratas!


La divisamos desde lejos, ansiosos por volverla a ver, y ahí esta, magnífica nuestra vieja casita, donde pasamos nuestra infancia.
Igual que siempre, nuestro pequeño rincón con vistas al pasado.
Al llegar, no nos veo con 20 años, nos veo correteando hasta la puerta como cuando apenas sabíamos andar, no veo tampoco la caseta vieja, rodeada de maleza, veo el imponente castillo que veíamos entonces.
Y al entrar por la puerta se disparan los recueros…
Tres niños cogidos de la mano, armados con palos, salían en busca de la aventura, y el mundo se difuminaba.
Los piratas nos atacaban, los muy maleantes, pero nosotros éramos más listos, lo teníamos todo preparado y nos defendíamos con piedras desde nuestra pequeña fortaleza fabricada con cañas. Claramente sus cañones no tenían nada que hacer contra nuestras piedras.
¡Y aquel montículo de allá! Nuestra isla desierta. Ahora apenas si cabemos los dos en ella, pero antes… Antes era una isla inmensa, donde no llegaban los barcos ni los aviones, y sobre todas las cosas, no llegaban los mayores.
Nosotros teníamos nuestra propia casa ultrasecreta, hecha con cajones, donde tramábamos nuestros planes ultra secretos, protegidos por la tela que nos servía de tejado y que era obviamente infranqueable. Allí, bien apiñados para que no se saliera ningún pie, nos pasábamos las horas contando nuestras proezas, y es que ya se sabe que no existe mayor logro que el de conseguir llegar a la cima de nuestra montaña en primer lugar.
Para comer, teníamos nuestras exquisitas tartas de barro al toque de piedra, y éramos también unos duros negociantes, que vendíamos pulseras a cien pesetas cada una y que al poco tiempo desaparecían misteriosamente de las muñecas de los compradores, que alegaban insistentemente que unas pulseras tan bonitas no podían llevarse todos los días, claro, porque podían estropearse.
Sentados ahora al pie de la montaña, que ya no está, fumando dos cigarros, nos volvemos a sentir tan pequeños…
Nos vemos vestidos con nuestros viejos chándales, armados con cuerdas que luego nunca usábamos pero que como exploradores, teníamos el deber moral de llevar encima por si alguien (generalmente yo) resbalaba por la empinada pendiente.
Y el rescate era épico, consistía en mi hermana dándome la mano, mientras mi primo se reía o en el caso contario la mano de mi primo y de fondo las risas de mi hermana, mientras la cuerda seguía atada en mi pantalón, totalmente eficaz.
Y sobre todas las cosas, éramos felices.
Pienso mientras acabamos los cigarros, si alguna vez seré tan feliz como entonces, esa felicidad que no se nota hasta que se va, me intriga saber en que momento las montañas fueron montañas, y los montículos simples marañas de tierra.
Las colillas caen al suelo, es hora de volver adentro, a casa.
Ya no somos exploradores ni piratas, ni pippy lansgstrump ni tintín ni el club de los cinco, no se que somos o que seremos, pero me queda el consuelo de saber lo que fuimos.
Y la enorme sonrisa que se dibuja en mi cara cuando veo a mis primas jugando con barro, o jugando “al viejo loco” mientras intentan rescatar al misterioso Jose Luis…
Volveremos el domingo que viene, no vaya a ser que algún pirata anacrónico ose invadir nuestra pequeña isla, aislada del tiempo.

10 comentarios:

Unknown dijo...

Yo/nosotras, también teníamos nuestra selva particular, nuestras fortalezas, teníamos más de una... mira en eso te llevamos ventaja. La nostalgia es bonita sobre todo con estos recuerdos y habiendo disfrutado de una infancia feliz, todavía puedes ser un poco pirata y pippi langstrump, con veinte años uno puede proponerse ser lo que quiera. La foto chulísima, con un sofá de 50 cms. habría sido suficiente
Muy bonito, me tienes rendida y por cierto firma.

Mdelaté dijo...

Aaaaaaay!!!!!! que no soy Jose

Anónimo dijo...

Hooola! Aso a estat molt, molt, julo. Gracies per mencionar al "viejo loco" a elena i a mi. Escrius molt, molt be un besssssssssss.

Elena i Roser

Anónimo dijo...

generalment preciooooooooos!!!!!!!!!!!!!!

tronky dijo...

A todo lo que tu escribes, anadiria, la maravillosa experiencia de aquellos anos de subir cual torres fortificadas a los mas grandes algarrobos y comenzar una bonita batalla de algarrobas, yo tambien recuerdo a mi prima mati, llorando porque una le dio en la cara y queria ser modelo. Bueno estoy recontenta aparecio mi valija , viste , y todo estaba bien ubicado, un besote para todas. chao

la mdelate dijo...

Que en argentina no hay "enes" y en mi teclado del móvil tampoco!

la mdelate dijo...

Que en argentina no hay "enes" y en mi teclado del móvil tampoco!

louise dijo...

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tronky dijo...

Alguien me puede comprar el proximo libro porfi, quedare eternamente agradecida

llamadmeita dijo...

Con un poco de retraso, te dire que he recordado mi infancia y que en ella se encuentra una galeria de un 1,50 X 3,- metros, en el cual habia una "cabañita" en la cual tres niños, contaban historias,(no habia espacio para más) y uno en particualar siempre estaba inventando cosas, entre ellas el fuego que no quemaba...y yo saliendo de la cabaña con la mano llena de fuego era verdad que no quemaba pero acojonaba un monton.