domingo, 3 de agosto de 2008

COPELAND Y EL COMUNISMO

Es cierto, !que calor tan pegajoso! realmente que aturde y aletarga...pero intententemos vencerlo ¿vale?

Macorroe no te dejes vencer por el calor ni por tus estresados veranos, relajate, coge el libro y pierdete en el, vale la pena. Por lo demás ya sabes, si me necesitas silbame y yo acudiré en tu ayuda.


¿Y del libro, que diremos?

Como ya os comenté lo estoy leyendo con verdadero placer, creo que es un libro fresco, limpio, transparente, de fácil lectura, sin embargo como comentabamos en la reunión del miércoles, no podemos quedarnos ahí.


En mi articulito anterior os hablaba de Singer, el sordomudo que escuchaba a todo el mundo, sigue sorprendiendome... Pero he descubierto al doctor Copeland he intentado profundizar en el.


En una época donde el racismo hacía estragos, el levantaba su voz incansable; Enfermo, cansado, pero siempre al " SERVICIO" de su gente. Y entendiendo, " servicio" no como servilismo (que es una nueva forma de esclavitud) sino como algo de utilidad para la sociedad. "Se nos niega el derecho de "servir" (ser útiles).


Durante la fiesta de Navidad que ofrece en su casa,en su discurso Marxista, hay unas frases que yo destacaría porque realmente demuestran cual es su compromiso con su pueblo.


En una época (1940) y en un país donde el comunismo era maldito, el doctor lo pregonaba a pleno pulmón.


>" De cada uno según su capacidad; a cada uno según sus necesidades.>


En un tiempo donde los negros eran considerados como seres inferiores , poco menos que animales, el doctor Copeland aleccionaba a los suyos. Les incitaba a que se preparasen para la "lucha" les instaba a que estudiaran y adquiriesen cultura , les llamaba a la unidad...


Copeland quería a su pueblo y quería salvarlo de la nueva esclavitud.


Pero no sólo los exsortaba en sus discursos sino también cuando visitaba a sus pacientes los instruía. Su compromiso era tan fuerte que se olvidó de si mismo, de su cansancio y de su propia enfermedad.


Supongo que hombres como él hicieron que los negros alcanzaran por ej, el derecho al voto, el derecho a subir en los mismos autobuses que los blancos , poder entrar en los mismos bares, y el derecho a ser considerados como autenticas personas.


Copeland es un personaje emblemático,fascinante, alguien que creía a pies juntillas que su misión en la vida era verdaderamente importante.


Sigo leyendo y descubriendo detrás de cada personaje "algo más" que ya comentaremos en la próxima reunión , mientras tanto procurad que vuestros cerebros y vuestras idea no se derritan del calor.

2 comentarios:

McCorroe dijo...

Se agradece un artículo como el tuyo, tan entusiasta y entusiasmado con la novela y tan ferviente ahora que parece que las viejas están acusando la sequía, o siguiendo con el tema, la humedad y las/nos ha dejado ranqueantes.
En cuanto a mí, no te preocupes, es una vieja reivindicación: agosto tiene algo de domingo, de principio de fin. Agosto, como el domingo viene preñado de promesas intangibles de felicidad, no sé muy bien basadas en qué, y se van y nos dejan el vacío de la ¿infelicidad? De todas formas, gracias por el ofrecimiento.
Ah, he retomado, al fin, el libro.

Mdelaté dijo...

Estoy encendiendo el ordenador y al mismo tiempo quejandome asqueada del calor, y va y la primera frase que leo es dandome la razón, casi me da un ataque no sé si de miedo por la coincidencia, aunque la verdad en esta época del año no es nada raro, o de risa porqué ha sido muy chocante.
La verdad es que este libro tiene una riqueza de personajes muy interesante, y no entiendo como en la contraportada dice que "no tiene mensaje", si casi a cada frase podriamos sacarle punta.
En cuanto a lo del verano de Mccorroe, creo que es una reminiscencia infantil del dolce far niente, que como decias tu, uno es de donde hace el bachiller, y el verano tambien. Muchas veces hemos comentado el agradable olor que despedian esos arboles que gue florecian a finales de junio y que en realidad no huelen bien pero te evoca a la libertad provisional y engañosa del verano que prometia diversión y relajo al mismo tiempo. Esto que nos pasa ahora es la factura que nos pasa el tiempo, a nuestras madres entonces tampoco les gustaba el verano.