domingo, 3 de agosto de 2008

PESADILLA DE UNA NOCHE DE VERANO


Y es que me pregunto ¿por qué a lo largo del otoño, invierno, primavera añoramos el estío? Después de haber estado el mes de julio de descanso temporal veraniego en el trabajo, me he vuelto a reincorporar. Ahora estoy en un impasse: es verano, el verano, agosto, el mes por excelencia vacacional y yo ya trabajo y siguen las vacaciones… Y durante el idílico verano siguen produciéndose óbitos, paros de colegas –forzosos-, las casas tienen que seguir en marcha –ahora más que nunca, inundadas de gente-: comidas, planchas, mochos, riegos, comidas, compras, rebajas, comidas, cenas, compras, comidas, extractos bancarios, la báscula, comidas… y este calor húmedo, pegajoso que lo inunda todo, este bochorno que todo lo contamina e intoxica. ¿Por qué a lo largo de año echamos de menos el verano? ¿Por qué hacemos previsiones de un largo verano si es una pesadilla de una noche? ¿Por qué año tras año pensamos leeré este libro y este y este si las mentes se licuan, si el tiempo dilatado y húmedo y perezoso transcurre tan inerme y lacio y vacío y hueco y brumoso. ¡Ay, esta humedad, ay, qué castigo!
¿Y estas reflexiones, a cuento de qué? Tengo un libro en espera, El corazón… según creo, de los mejores que hemos leído. Y ahí me espera, liberando/generando su calor, envolviéndolo y separándonos, el estío. Una especie de incapacidad temporal de acceder a mi propio pensamiento me impide acercarme a él. Una sensación de que el verano y mi mente agobiada echarán a perder el milagro. Tengo que relegarlo a días frescos por nuestro propio interés: del libro, que se puede mostrar tal cual es, y mío, que podré disfrutar de un libro milagro.
Y ahora sólo me veo capaz de leer el libro más ¿infantil? ¿naif? ¿tonto…? El libro en cuestión se llama, por si a alguien a estas alturas le puede interesar Me muero por ir al cielo, de Fanie Flagg
Editorial EDICIONESB.
Esta escritora que es la autora de libros como Tomates verdes fritos y Daisy Fay y el señor de los milagros –que según acabo de leer es abiertamente lesbiana, Fanie, por curiosidad os lo participo- en donde retrata gente sencilla de un ambiente rural sureño, gente corriente con una sencillez y una lucidez pasmosa, envidiable pero que en la trama –en esta historia- falla estrepitosamente, la historia de tan cándida –qué recuerdos- acaba siendo hilarante, pueril. Pienso si es una historia senil, una historia algo etílica… en fin, una historia bienintencionada para alguien en concreto,quizás, que no llega a concebir…
Pues bien, aquí estoy atascada en este espacio/bucle temporal, pegada a un libro pegajoso –en muchos sentidos- añorando el libro promesa y el fresquito. Y preguntado ¿por qué añoramos el largo estío si es la pesadilla de una noche de verano?

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