miércoles, 14 de enero de 2009




El valor de la literatura


ELEGÍA PURA

Aquí no pasa nada,
salvo el tiempo:
irrepetible
música que resuena,
ya extinguida,
en un corazón hueco, abandonado,
que alguien toma un momento,
escucha
y tira.

ÁNGEL GONZÁLEZ



Si el XIX suele ser considerado el siglo de la novela por excelencia, no hay exageración ni falsedad ninguna en decir que lo es mucho más del cuento, que desde sus humildes orígenes orales llegará a convertirse, a fines del ochocientos, en un molde capaz de alumbrar creaciones literalmente inolvidables. Creo que en estos momentos puede resultar interesante traer a colación la famosa sentencia del Oráculo manual y arte de prudencia del gran Baltasar Gracián cuando dice: Lo bueno, si breve, dos veces bueno…. Pienso, sin temor a equivocarme, que dicha frase se acomoda perfectamente al tipo de lecturas que nos traemos entre manos.

Siguiendo el postulado del notable aragonés, la concisión de las ideas, la precisión en el lenguaje, el dinamismo en el relato considero que deben ser características comunes en cualquier buen relato o cuento. Debemos pensar que esto no es una novela y que el autor debe plasmar en unas pocas cuartillas toda la presentación, nudo y desenlace que los antiguos esquematizaban como el ideal de toda obra literaria.

Creo que en los dos relatos de Pushkin, todas estas características se dan, dando como resultado un lenguaje brillante y una lectura fácil de un tema aparentemente de poca trascendencia. La hija del capitán nos adentra en la novela histórica, tema de gran importancia en la literatura rusa tan propensa a fortalecer los orígenes nacionales en una época como el XIX en que los nacionalismos estaban en su pleno apogeo.

El fabricante de ataúdes, me parece un delicioso relato en el que tras la invitación realizada por el zapatero al fabricante de ataúdes y, habiendo llegado este a su casa con unas copas de más, nos adentra en uno de los temas fundamentales como es el de los sueños que posteriormente sería desarrollado de forma extensa por gran cantidad de autores.

Otro punto que propongo a discusión es el de los diferentes puntos de vista en el camino que lleva hacia el arte. Lo que a uno le parece blanco a otra persona le puede resultar insufrible, aborrecible y carente por completo de interés. Las diferencias de criterios en torno a un mismo relato o una misma obra creo que nos enriquece como lectores a la hora de sacar el máximo jugo a las lecturas.

Esto lo digo por la aparente desilusión que ha supuesto la lectura de Pushkin en relación a Dostoievski. En los personajes de Pushkin no encontramos la profundidad psicológica que nos ofrecen los personajes de Dostoievski. Aquí se trata de personajes planos, breves retazos sin entrar en mayores disquisiones sobre los pensamientos e ideas que acometen a los personajes.

Pienso que el principal sello de identidad de las obras de Pushkin es la brillantez del lenguaje usando el término y el vocablo adecuado en cada momento. El dinamismo de su prosa la hace resultar amable para el lector.

La importancia de Pushkin como narrador radica en su faceta como precursor en un país en el que la literatura en lengua rusa necesitaba un impulso para poder desarrollarse debidamente. Impulso que le otorga Pushkin abandonando la escritura en francés para otorgar a la cultura, la lengua y la literatura rusa el lugar que tan enorme país merece….

Para finalizar sólo me resta decir que como primera aproximación o primera toma de contacto al relato corto o al cuento la experiencia ha resultado más que interesante pero quedan en el tintero muchos grandes autores a los que poder sondear.

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