Puede ser que resulte inquietante la forma de escribir de Faulkner, en el sentido de que no hay una línea recta que seguir, a la que asirse, y que, por momentos, esto mismo hace que te invada una especie de vértigo del tipo: “dónde estoy y a dónde voy”, ¡vamos, como en la vida misma!. Y, aquí estaría, para mí, uno de los grandes valores de esta novela de Faulkner, la capacidad de transmitir en su propia vorágine la vida, la vida misma, y esto a través de unos espléndidos personajes, que van adquiriendo poco a poco volumen, emergiendo, levantándose del papel, para contarnos a "cau d’orella" de sus existencias, de sus historias, en un trasiego de ideas, momentos, idas y venidas, con un son que, por momentos, me recuerdan el realismo mágico de los sudamericanos, salvando la distancia de las magias y cayendo en un duro realismo suavizado al teñirse de fragilidad humana .
Sólo decir, cuando aún no he acabado la novela, que estoy atrapada en ella, que me gusta porque me está seduciendo, que estoy deseando seguir las pinceladas que consigan acabar el cuadro, o dejarlo inacabado mientras la vida sigue...
Sólo decir, cuando aún no he acabado la novela, que estoy atrapada en ella, que me gusta porque me está seduciendo, que estoy deseando seguir las pinceladas que consigan acabar el cuadro, o dejarlo inacabado mientras la vida sigue...
1 comentario:
Me parecería interesante que hicieramos hincapié en el tratamiento que le da Faulkner a los personajes femeninos, porqué aún salvando las distancias que separan al personaje de Santuario con el de Caddy de El ruido y la furia, veo similitudes en como dibuja en general el ser humano mujer y hay algo en ese dibujo que me provoca rechazo y a lo mejor exagerando un poco, hasta nauseas.
Le estoy encontrando un poco más el sabor a gran novela que esperaba, pero reconozco que es muy dificil de leer y que tienes que tener todas las entendederas a su disposición porqué sino es una locura.
¿A vosotras os paso lo mismo? mismo, mismo, mismo, mismo ............(es el eco del vacio)
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