domingo, 11 de octubre de 2009
Como todos los Miércoles
Todo normal como cualquier Miércoles, quizá una mayor proporción de verde que otros días, pero aún así, a pesar de las ausencias debidas a distintas circunstancias, todo normal, el camarero tan diligente como siempre con su rutina que a veces por un exceso de celo no nos permite cambiar de hábitos, una, es capaz de comer eternamente lechuga por no defraudar al interfecto, hasta la falta de servilletas hacía que nada presagiara algún cambio sustancioso.
Todo normal, al principio como siempre, charla distendida durante la cena a modo de catarsis de lo cotidiano, para seguir con: “ bueno ya vale, vamos a hablar del libro”.
Hasta aquí perfectamente normal lo que se esperaba a continuación es que el diligente camarero apareciera como siempre a retirar los restos, enunciar los postres y tomar nota de los cafés. Pero no, no fue así, la espera empezaba a ser anormal, tardaba demasiado, alguien se levantó y fue a ver que pasaba. El diligente estaba sentado, inerte, sin respuesta, poco a poco y como saliendo de un sueño, ante las señas insistentes de la comensal reaccionó lo justito para moverse y atender su demanda.
La comensal volvió a su sitio desconcertada, para nada era normal la situación. Al momento el diligente se dirigió al comedor. Arrastraba sus pasos lentos desganados, su rostro lívido, su media sonrisa de incredulidad y sorpresa inquietó al grupo.
A partir de ese momento nada fue como debía haber sido. En un instante, el diligente como vengándose de la humanidad y haciendo recaer la justicia sobre esas pobres ignorantes que se creían amables, simpáticas y generosas con sus propinas, sacó una catana de no se sabe dónde convirtiendo en unos segundos ese comedor anodino en un perfecto escenario para la mejor de las películas del Festival de Sitges. Todo era pura casquería.
El diligente con su media sonrisa, dijo ¿alguna de ustedes es enfermera?.
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5 comentarios:
Con todo mi respeto.
Me parece que esta ancianita ha crecido.
Me parece que esta ancianita ha crecido.
Ha pasado tanto tiempo que estoy desengrasada.
Y gracias por contar la historia tal y como pasó.
Bueno te doy la enhorabuena, pues has contado la noche tal y como pasó y tan real como la vida misma, hoy hemos sabido que la pobre ancianita murió y su hijo Rigodón estuvo con ella, llego a tiempo de besar a su madre con vida, muy triste pero tan real como la vida misma(valga la reiteración)Animo queridas blogistas que estais en racha y sembradas, me encanta, como la vida misma.
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