martes, 21 de abril de 2009

El rincon de los poetas


Desde la perspectiva de miembro, ¿o era miembra?, de un club de lectura, que lee lo que otros escriben sintiendo en ello las más variadas inquietudes que van desde el paroxismo, al escepticismo, desde el asombro, al empalago, la desidia, y, a veces, también, porqué no decirlo, al desdén ó al aburrimiento más solemne, pero, decía que, como miembro lector de este club, lo que no puedo obviar es la gran envidia que me da la elocuencia, capacidad de persuasión y seducción de los autores leídos; Gran envidia, que me corroe el corazón ante la facultad que tienen para hacer desfilar ante nuestros ojos las palabras, rindiendo con ellas a nuestros pies paisajes humanos o naturales, envidia del poder de trasladarnos sus sensaciones más íntimas haciéndonos vivir los sueños de sus musas y yo, aquí, frente al papel, con algo que contaros, pero sin musas, ni inspiraciones, que me ayuden a hacerlo, que me echen un lápiz para a contaros lo que vi y sentí allí, en plena abadía de Westminster, mausoleo de reyes, reinas, hombres de estado, lugar de coronación de los monarcas británicos, entre todo ello me encontré con el rincón de los poetas; allí, a la derecha del “padre”, justo al lado de donde, cara al altar, rezan los creyentes, allí mismo, se yergue una estatua, figura de Shakespare, y a sus pies innumerables lápidas, esquelas (tarjetas de visita) escritas en piedra que cuentan que allí se encuentran enterrados entre otros Walt Wiltman, T.S. Elliot, James Joyce, Charles Darwin, Rudyard Kipling, Lord Byron, Charles Dickens, allí enterrados, no callados, sólo silenciosos, ni olvidados, sólo descansando, después de tantas historias contadas, no los ahoga el silencio profundo de sus fosas. Los encuentro allí en su osario perdurablemente vivos y a mí se me enredan empujándose las palabras y las emociones en un enjambre dislocado de sentimientos ante la fascinación del poder de los escritores, al menos de aquellos escritores que sí lo fueron por encima de mercados y modas, de trascender lo extinto e intangible más allá del tiempo.
Foto: Poets' Corner in Westminster Abbey Photo by Herry Lawford

2 comentarios:

McCorroe dijo...

¡Que los lápices te acompañen! Si de viva voz no fuiste capaz de transmitirnos todas esas emociones, todos esos sentimientos/síntomas de persona lectora, de persona agradecida, de persona también de visita, en este artículo lo has expresado soberanamente (hablando de reyes y reyezuelos).

Anónimo dijo...

Me gustan tus impresiones tan profundas. Mi paso por la Abadía fué muy histérico.Latita.