Hace ya algo de tiempo que llegué por aquí y aún cada vez que tropiezo con estas páginas sufro la sensación del desnudo, porque al fin y al cabo cada vez que opinamos, cada vez que afirmamos o negamos, fijamos ideas o pensamientos alentamos desengaños y también, afortunadamente, encuentros.
Nacemos botones, nacemos ojales, abrochándonos con los otros en palabras, en vivencias, en casualidades y perseverancias, en afanes y venturas, deseos y obligaciones y así vamos pasando, vamos viviendo-abrochándonos, creciendo en una cadena de intercambios, compensaciones y cambalaches de sentimientos.
Sin embargo, ocurre a veces que se cierra un ojal ante la ventana abierta de las palabras, por desasosiego; dan vértigo y, en esa lasitud, olvidando, olvidamos que son sólo, y nada más, y nada menos, que palabras y que su contrario es soledad y desaliento.
Nacemos con la capacidad de relacionarnos y se nos regalan muchas formas: la mirada, el habla, la danza, los gestos, la risa, los cantos, los libros… y así, con ellos, a través de ellos, ganamos batallas a nuestras inquietudes, a nuestras calmas, euforias y bienestares, a nuestros chejovianos besos arrebatados…, a nuestros miedos.
Y puestos a perder el miedo, puestos a pensar en ello, pienso ¿elegiríamos el silencio?
P.d.:
Asomada en esta semana de nostalgias
que prende velas que suenan a deseos inconcretos
en agradecimiento por todo cuánto ya gané a la vida
lanzo al aire mi sostén de empalagos contenidos
queriendo besaros en la mente
lo más profundo que pudiera
y dar un brindis por todo lo no dicho
por todo lo abandonado
que prende velas que suenan a deseos inconcretos
en agradecimiento por todo cuánto ya gané a la vida
lanzo al aire mi sostén de empalagos contenidos
queriendo besaros en la mente
lo más profundo que pudiera
y dar un brindis por todo lo no dicho
por todo lo abandonado
en un firme elogio a los incomprendidos torbellinos,
a todas nosotras y a los arrebatos.
4 comentarios:
Es la tercera vez que me asomo y te leo y sinceramente no sé que escribir para estar a la altura, veo mucha hondura por lo que no sé tampoco si te interpreto. Lo único que te puedo decir que casi siempre es mejor no callar.
Sí, las palabras son emocionantes,
y la lejanura de la duda, distante
y la hondura, abisal
y las palabras no se pueden hablar a la altura que se piensan
y los pensamientos no se pueden dejar salir solos y te aprisionan
pero las palabras acompañan tu tiempo siendo libro, siendo duda, siendo frágiles hilos de otros...
No sé si fué ayer o es mañana, pero sé que estoy dentro de plazo para felicitarte y desearte que este mitad del camino te sea muy placentero y que te ofrezca lo que tu desees.
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