jueves, 10 de abril de 2008

Reunión presunta

¿Reunión presunta, por qué? ¿Cuatro gatos es reunión de libros o es grupo de gente hablando, cenando, distendiendo, disfrutando de una charla, …? Y si era reunión, estaba llena de huecos; ¿sabéis aquellas hueveras de los años 70, de plástico, como tapers pero con forma de huevo? Pues eso éramos, una huevera llena de vacíos.
¿De qué hablamos? Un poco de esto y aquello, y el protagonista, Amós Oz, un poco. Entre lo poco que dijimos estaba la sensación de que también en este libro, Historia de amor y oscuridad, se siente el tiempo, quizás, como con Bolaño. Pero con Bolaño, creo, el tiempo tiene pulsaciones, se siente el latido; en el tiempo de Oz se siente el polvo milenario, a ráfagas, el polvo dorado atrapado en una franja de sol en una habitación en penumbra, pero también a veces el polvo seco que se siente en la boca y te la calla y te la seca y te deja sin respiro.
Y surge una pregunta: ¿seguimos leyendo, hay obligación de acabar el libro? Ninguna. Pero yo, creo que hay cientos de razones por las que seguir, tal vez algunas por las que no seguir, pero de esas no hay caso.
¿Por qué seguir? Porque nos damos cuenta de qué poco sabemos de tantas cosas. Oz, nos está contado la creación del estado de Israel, y nos la está contando desde su situación, des la élite que estaba construyendo el país… pero una élite tan papupérrima: entre premios Nobel, que apenas tenían un poco de prestigio, entre creadores/resucitadores de una lengua no sé si muerta porque no sé si nunca existió como tal. (El tio Yosef tuvo que reinventar palabras como jarsei, paraguas y no sé cuántas palabras más que no habían existido). Entre creadores de best-sellers que no tenían ni para pagarse una casa en condiciones…
Estamos conociendo, igualmente, una sociedad totalmente regida y dirigida por una religión, una sociedad donde todo está absolutamente reglado, absolutamente encorsetado, una sociedad que no se permite dejar nada al albur o al devenir del tiempo. Y estamos ante un niño que vive todo esto tan intensamente como se vive todo en la infancia, estupefacto pero divinamente obediente, presentando una galería de personajes muy rica: una abuela fanática de la limpieza, un abuelo fanático de las mujeres a edad tardía, un tío erudito e insoportable, sus familiares muertos en el holocausto -siempre el holocausto-, un padre perdido entre sus creencias y sus discrepancias, su madre, conciliadora... y son familias que posiblemente poderosas en condiciones precarias y sin ser conscientes en qué medida estaban contribuyendo a crear la reciente historia de Israel.
Y vemos, las humanidades que albergaban a estas personas, sus sueños, su cretinismo, en algunos casos, su egocentrismos en otros, su altruismo, en manos de quién estaba la cultura y la investigación, creo que como siempre sin reconocimiento y sin reportar emolumentos y todo esto con un poquito de polvo ¿pero qué más da si también nos reporta partículas de oro?
Todo esto suena a dogmático, pero qué se le va a hacer, lo siento así.

8 comentarios:

The cat dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con cada una de las motas doradas de polvo fino que has dejado caer sobre este artículo en una lluvia de preguntas y respuestas enriquecedoras. Gracias, porque era el agua que necesitaba, la excusa, para seguir adelante con este libro que, a veces, te hace parar, de momento no sabes para qué y luego decides que es para tomar impulso y seguir, porque creo que vale la pena, que indudablemente es un libro rico en su interior, en belleza y en sabiduria.

Girondiano dijo...

La literatura es, sobre todo, transigencia. Empiezo con esta máxima para convencerme de separar el plano formal del contenido. Decía Amos Oz que para conocer bien a los pueblos hay que saber imaginarnos unos a los otros en las tareas más cotidianas, que la literatura nos enseña a mirar por las ventanas de otras casas.
Efectivamente, así es. Bellas alusiones al amor a los libros, al oficio de escritor y al acto de leer...al compromiso, a la descripción que evoca aromas y sabores. Disfruté leyéndole en ese acto íntimo, cuasierótico, acaricié sus páginas y encontré la postura adecuada en el sofá de mi salón, al tiempo que hallaba los mecanismos necesarios para ese espacio de comprensión y transigencia que proporciona una buena lectura en el marco propicio, en el minuto y en la hora posteriores, cuando ya cierras las contraventanas.
Pero a la semana, reflexioné con sosiego sobre lo leído, pasando del plano sensorial al intelectual y detecté sombras que me incomodaron. Comprendí que era la dinámica correcta cuando el lector se acerca a una obra literaria de calibre. Todo bien.
Más tarde, algún gusano se me coló en las entendederas y empecé a definir esas sombras que se doblan por las esquinas, y detecté en la obra un tono de resentimiento que iba del micromundo de sus personajes a un escenario más moral y político, divisé a lo lejos un escritor con cierta ambigüedad en algunas cuestiones. Decía Amos en alguna entrevista que negocia mejor con los palestinos, que con los amigos de los palestinos, refiriéndose claramente a los europeos que se erigen protectores de los derechos de este pueblo. Amos está enojado con Europa claramente y problablemente tenga muchas razones de peso para estarlo, pero en ningún momento, Amos habla de la desproporción en el trato actual, no habla de EEUU. Estoy convencido que el autor es propaz, y quiere lo mejor para su vecino, pero primero hay que barrer la casa donde vives, y en este caso además, sin dejar motas de polvo.
No era mi intención politizar mis sentidos. La obra me sigue pareciendo buena, pero cuando le preguntan a Amoz por su libro, él siempre se pronuncia en este sentido, y eso se entrevera con sutileza en la novela.

The cat dijo...

Vuestros comentarios ayudan porque cuando aún estás buscando la postura adecuada para mirar por la nueva ventana que abre un libro y especialmente este de Amos Oz, que, en muchos momentos, ante su intransigencia, te convierte en intransigente y entonces nos acechan los gusanos, es entonces, antes de dejarnos horadar la voluntad de seguir leyendo, cuando afortunadamente llega alguien y te da razones para seguir en busca del enfoque adecuado fuera de sombras y desencuentros.

The Cat-exegeta.

Mdelaté dijo...

Estoy convencida a pesar de mi astenia y apatia que le debo a esta primavera, que hay que terminar este libro, pienso que siempre hay un periodo de adaptación cuando se empieza una lectura y máxime cuando engarzamos un libro con otro con estilos e historias tan diferentes, hemos pasado a una lectura poco estimulante y desapasionada, pero solo en apariencia, porque según van pasando las páginas, leo, creo que entre lineas, muchas de las pasiones y sentimientos de Amos. Por otra parte, pienso que es imposible no politizar hablando de Israel, de hecho en 2004 recibió el premio Bruno Kreisky al mejor libro político, que otorga el Instituto Renner de Austria.

El Coyote dijo...

Estaba yo pensando que tal vez, podríamos sincronizar algún libro con el grupo de lectura de girondiano, sería interesante escuchar más voces. Qué os parece?

Paco Martorell dijo...

Sí,yo también lo había pensado, en la próxima reunión lo hablaremos y veremos qué es lo que van a leer ellos, si nos interesa y nos pauntamos al carro.

Girondiano dijo...

Sería un verdadero privilegio contar con ustedes para ello. De momento estamos enfrascados en las lecturas de Pamuk, Lessing y Millás y con un escritor de estos lares, José A Alemán.
E incluso podríamos implicar a algun club de lectura virtual más.
Sería muy bonito.

The cat dijo...

Por cierto, el libro de Amos Oz, haciendo salvedades en lo que se refiere al tratamiento del pueblo judio que ya analizaré cuando acabé el libro, me está gustando bastante, tiene una lectura agradable y exquisita, dulce e imaginativa, no sé, y es que, hasta que no acabo el libro, tengo un batiburrillo de emociones difíciles de explicar, pero sí puedo decir que después de un comienzo abrupto fluye la corriente, y disfruto.