Este libro conviene analizarlo desde dos puntos de vista bien distintos: la vida del protagonista y la política que le envuelve. ¿O es lo mismo?
¿Quién es el protagonista? Amos nace en Israel, Eretz Isarael, la tierra prometida de sus padres, una tierra prometida que no es la suya. Sus padres, que vienen desde Europa del Este, expulsados, fracasados en pos de una utopía, fascinados desde su infancia por la ideología que se les implanta, se encuentran con una realidad que nada tiene que ver con lo que soñaron: un país de leche y mie y se encuentran con país árido. Un país en construcción por mentes superiores puestas al servicio de la idea, una reivindicación frente a Europa principalmente -no olvidemos que son desterrados europeos en su mayoría, que la idea del estado de Israel viene avalada y auspiciada por Europa y principalmente por Inglaterra- del ideario, de un nuevo orden: Utopía es un término inventado por Tomás Moro que sirvió de título a una de sus obras (...) Moro decidió entonces escribir sobre un lugar nuevo y puro donde existiría una sociedad perfecta.
¿Quién es el protagonista? Amos nace en Israel, Eretz Isarael, la tierra prometida de sus padres, una tierra prometida que no es la suya. Sus padres, que vienen desde Europa del Este, expulsados, fracasados en pos de una utopía, fascinados desde su infancia por la ideología que se les implanta, se encuentran con una realidad que nada tiene que ver con lo que soñaron: un país de leche y mie y se encuentran con país árido. Un país en construcción por mentes superiores puestas al servicio de la idea, una reivindicación frente a Europa principalmente -no olvidemos que son desterrados europeos en su mayoría, que la idea del estado de Israel viene avalada y auspiciada por Europa y principalmente por Inglaterra- del ideario, de un nuevo orden: Utopía es un término inventado por Tomás Moro que sirvió de título a una de sus obras (...) Moro decidió entonces escribir sobre un lugar nuevo y puro donde existiría una sociedad perfecta.
Israel quiere ser un país que demuestre al mundo su modelo, el modelo perfecto de paz, educación, amor a las artes, respeto y que se vuelve rápidamente en fracaso iniciando su andadura con una guerra, sin bien no auspiciado por ellos, donde no siempre triunfan los eruditos sino los trepas, etc...
Sus padres, pese al desencanto, -sobre todo el de su madre, que la acabará llevando al suicidio- fundan o forman una familia al servicio del programa, y en la misma línea crean un ente para Israel: Amos. En su casa todo está al servicio del monarca (Amos): la cultura -con visitas instructoras/constructoras- a los grandes personajes que les rodean, grandes y pomposas charlas que no suelen traducirse en nada. Las visitas al tío Josef no se traducen, por ejemplo, en un enchufe para un puesto que su padre ansía, su sobrino, es más, casi es apartado por él para no ser acusado de nepotismo. O cuando es requerido por su sobrino para interceder para que no vaya al kibuzt, y pese a tener cita con Amos es incapaz de comparecer, comprometerse con su sobrino-nieto y una cita le aleja de su manto.
Todo en casa también esta al servicio de su bienestar: grandes vasos de zumo tibio matinales para cuidar su garganta (qué asco) preparados por su padre, prohibición de tomar helados... al servicio de Amos, un soldado criado para un ejército: Israel. Su padre está construyendo un hijo perfecto para sí y para su causa: la tierra prometida.
¿Y su madre? A Amós, educado para ser fuerte, para ser duro, le cuesta contarnos la historia de la separación de su madre, de su huida, de su adulterio con él prefiriendo la muerte. Nacesita casi 600 páginas para llegar a contarnos su huida, la desesperación con que viven su pérdida su padre y él. Creo que veo en el trasfondo que aún no la ha perdonado, que todavía necesita su expiación.
Sus padres, pese al desencanto, -sobre todo el de su madre, que la acabará llevando al suicidio- fundan o forman una familia al servicio del programa, y en la misma línea crean un ente para Israel: Amos. En su casa todo está al servicio del monarca (Amos): la cultura -con visitas instructoras/constructoras- a los grandes personajes que les rodean, grandes y pomposas charlas que no suelen traducirse en nada. Las visitas al tío Josef no se traducen, por ejemplo, en un enchufe para un puesto que su padre ansía, su sobrino, es más, casi es apartado por él para no ser acusado de nepotismo. O cuando es requerido por su sobrino para interceder para que no vaya al kibuzt, y pese a tener cita con Amos es incapaz de comparecer, comprometerse con su sobrino-nieto y una cita le aleja de su manto.
Todo en casa también esta al servicio de su bienestar: grandes vasos de zumo tibio matinales para cuidar su garganta (qué asco) preparados por su padre, prohibición de tomar helados... al servicio de Amos, un soldado criado para un ejército: Israel. Su padre está construyendo un hijo perfecto para sí y para su causa: la tierra prometida.
¿Y su madre? A Amós, educado para ser fuerte, para ser duro, le cuesta contarnos la historia de la separación de su madre, de su huida, de su adulterio con él prefiriendo la muerte. Nacesita casi 600 páginas para llegar a contarnos su huida, la desesperación con que viven su pérdida su padre y él. Creo que veo en el trasfondo que aún no la ha perdonado, que todavía necesita su expiación.
Con la enfermedad de su madre aparece otra infidelidad: la de su padre que pese a la enfermedad terrible de la madre, sale, sin poder evitarlo puesto como un pincel y siempre canturreando, con una felicidad irresistible y que no puede reprimir.
Después, la visita posiblemente idealizada del niño de 8/9 años a la habitación de su madre. Es un sueño de madre, quizá ahí una madre inventada, pero en cuyo caso, ahí está, tintando su infancia.
Y es ahí cualndo se pone de relieve en su casa la falta de comunicación sincera, libre, sin prejuicios, nadie habla de sus sentimientos, es ahí cuando un niño terriblemente solitario, rodeado de gente madura siente la falta de comunicación de sentimientos, la falta de libertad emocional, a eso se refiere él al hablar de oscuridad, no al periodo de guerra de más de un año hacinados en su piso veinte personas, o a sus tardes aburridas en algún bar ilustrado, imaginando vidas ajenas, sólo necesita un poco de espacio para respirar aire puro, de dejar de ser alguien en construcción para pasar a ser un niño amado y escuchado. Quizá ahí esté el trabajo de expiación de este libro.
Por otra parte, los chistes entrañables, quizás pueriles de su padre me han resultado imposibles, he sido incapaz de entender cómo cuestiones de semántica hebrea pueden resultar un chiste pero, en todo caso, admiro sus esperanza, siempre mal entendidas, sus alegrías y sus ganas de poner un poco de humor hasta en las peores situaciones pese a llevar la carga que él lleva con una madre a la cual es casi imposible sobrevivirle y un padre en construcción, como después veremos. Y el capítulo de su muerte me parece que es de los mejores de la novela, contado casi diría que asépticamente y sin traslucir emoción y que es perfectamente coherente con su vida. Me pareció conmovedor como contó su entrada, su saludo, su compra y su despedida.
Y su escapada al kibutz, con su cambio de apellido, donde él parece que se encontró a sí mismo, donde posiblemente por una vez -y casi definitivamente- perteneció a alguien y perteneció a algo que había elegido él mismo. Renunciando a su apellido renunció a la carga de la muerte de su madre, a la frivolidad de su padre, y sobre todo a la ideología que le habían transmitido: si no eres un mente perfecta y con reconocimiento y con éxito, no eres nada, no eres nadie.
En definitiva, este libro lo veo al igual que vimos en el libro de Coetzee, Desgracia, a un hombre en contradicción perpetua con sigo mismo, contradicción entre su adoctrinamiento y su razón, entre sus sentimientos y los acontecimientos que le desdicen. Tanto el uno como el otro están dispuestos a entender al enemigo, ambos están viviendo proyectos de nuevos sistemas en sus países, ambos luchan por entender tanto al otro bando como al suyo a pesar de la sinrazón y la incoherencia que ven muchas veces. Ambos luchan por desempolvarse de los corsés de su adoctrinamiento. Y ahí, para mí está el verdadero mérito de estas obras: ser capaces de ver y enseñarnos sus contradicciones y decir pese a todo: todos somos vulnerables y tenemos derecho a vivir nuestra Utopía fracasada.
Después, la visita posiblemente idealizada del niño de 8/9 años a la habitación de su madre. Es un sueño de madre, quizá ahí una madre inventada, pero en cuyo caso, ahí está, tintando su infancia.
Y es ahí cualndo se pone de relieve en su casa la falta de comunicación sincera, libre, sin prejuicios, nadie habla de sus sentimientos, es ahí cuando un niño terriblemente solitario, rodeado de gente madura siente la falta de comunicación de sentimientos, la falta de libertad emocional, a eso se refiere él al hablar de oscuridad, no al periodo de guerra de más de un año hacinados en su piso veinte personas, o a sus tardes aburridas en algún bar ilustrado, imaginando vidas ajenas, sólo necesita un poco de espacio para respirar aire puro, de dejar de ser alguien en construcción para pasar a ser un niño amado y escuchado. Quizá ahí esté el trabajo de expiación de este libro.
Por otra parte, los chistes entrañables, quizás pueriles de su padre me han resultado imposibles, he sido incapaz de entender cómo cuestiones de semántica hebrea pueden resultar un chiste pero, en todo caso, admiro sus esperanza, siempre mal entendidas, sus alegrías y sus ganas de poner un poco de humor hasta en las peores situaciones pese a llevar la carga que él lleva con una madre a la cual es casi imposible sobrevivirle y un padre en construcción, como después veremos. Y el capítulo de su muerte me parece que es de los mejores de la novela, contado casi diría que asépticamente y sin traslucir emoción y que es perfectamente coherente con su vida. Me pareció conmovedor como contó su entrada, su saludo, su compra y su despedida.
Y su escapada al kibutz, con su cambio de apellido, donde él parece que se encontró a sí mismo, donde posiblemente por una vez -y casi definitivamente- perteneció a alguien y perteneció a algo que había elegido él mismo. Renunciando a su apellido renunció a la carga de la muerte de su madre, a la frivolidad de su padre, y sobre todo a la ideología que le habían transmitido: si no eres un mente perfecta y con reconocimiento y con éxito, no eres nada, no eres nadie.
En definitiva, este libro lo veo al igual que vimos en el libro de Coetzee, Desgracia, a un hombre en contradicción perpetua con sigo mismo, contradicción entre su adoctrinamiento y su razón, entre sus sentimientos y los acontecimientos que le desdicen. Tanto el uno como el otro están dispuestos a entender al enemigo, ambos están viviendo proyectos de nuevos sistemas en sus países, ambos luchan por entender tanto al otro bando como al suyo a pesar de la sinrazón y la incoherencia que ven muchas veces. Ambos luchan por desempolvarse de los corsés de su adoctrinamiento. Y ahí, para mí está el verdadero mérito de estas obras: ser capaces de ver y enseñarnos sus contradicciones y decir pese a todo: todos somos vulnerables y tenemos derecho a vivir nuestra Utopía fracasada.
5 comentarios:
Es un buen resúmen, para alguien que no haya leido el libro puede hacerse una amplia idea.
Ayer vi, en un domental de La 2 dedicado a Google que uno de los dos directivos creativos (o algo así) de la empresa era judío, ruso, de 35 años, emigrado con sus padres a EE.UU. cuanto tenía 6 años, o sea, en el 79 debido al antisemitismo que hay en Rusia.
Su madre es ingeniera en la NASA, su padre profesor de matemáticas en una universidad, o sea, y según parece y para variar, dos cerebos.
Hemos estado hablando, debido al libro de Oz, del porqué del antisemitismo en tiempos remotos o tiempos pasados cuando resulta que lo tenemos a la vuelta de la esquina, produciendo actos o formas antisemitimas hasta el punto que la gente tiene que seguir emigrando, cuando no huyendo, siguiendo con su éxodo.
A mí, como reflejo de Utopia, me ha llamado la atencíón especialmente los Kibbutz, como un ideal de comunidad basado en la igualdad, una comuna de personas, no al estilo demasiado "desenfadado" de los hippies de los 7o, pero sí con ideales socialistas en los que se ponen al servicio de la comunidad los medios de producción y consumo y en la que todos toman decisiones por voto de mayoría y asumen juntos responsabilidades.
Resulta, que estos kibutz, aún hoy siguen existiendo y funcionando, adaptándose a necesidades y viscisitudes y un ejemplo de ellos es el KCDC (Compañía Kibutziana de Danza Contemporánea).
Como no sé pegar accesos directos a videos aquí os dejo una dirección para que copiando y pegando podáis ver algo de lo que hacen.
Llama especialmente la atención cuando te paseas por páginas de Israel el nivel de desarrollo, el modernismos de sus ciudades, o será que recien salidos de la historia de Amos Oz esperamos, o yo espero encontrarme con ciudades casi polvorientas, atrasadas, quizás al estilo de sus vecina árabes, ciudades donde todo es "alquitran" menos sus carreteras...
Bueno, pensando, pensando en modernidades ¿no mandaros ellos un transexual a Eurovisión? Eso gana por goleada moderna a nuestro chiquilicutre ¿o no?
http://www.kcdc-dance-center.com/AboutUs.aspx
http://www.youtube.com/watch?v=rtUTFBp-fwM&feature=related
Acabo de ver la pelicula "La banda nos visita" y te puedo decir que en Israel tambien hay ciudades polvorientas y atrasadas, precisamente veniamos comentando que la pelicula se desarrolla, no sé exactamente en que año pero muy reciente y sinembargo el aspecto de la ciudad y de la gente es totalmente años 70. Me voy que me echan !Joder!
¡¡RESISTE!! Defiende tu terriorio, tu Eretz-PC!
Recuerda: Si alguna vez lo ocupaste te corresponde tu parte!!!!
Respecto a las polvorientas ciudades puede ser que yo haya entrado más bien en páginas de grandes ciudades y seguramente en páginas oficiales con lo de marketing puede tener detrás, ya revisaré para escampar negros alquitranes.
Y yo, me voy que esto ha sido una intifadilla, antes de me pillen.
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