Un cadáver, qué curioso. Estoy pensando en estas palabras, me están dando vueltas en la cabeza desde ayer, cuando tú, la de abajo dijiste esto está más muerto…, haciendo referencia al blog. Y desde entonces estoy pensando en esto: el cadáver en que esto, de tanto en tanto, amenaza en convertirse. Y me vinieron a la cabeza las palabras sabias que escuche no hace mucho a un enfermo, no sé si decir terminal, porque esas palabras llevan implícitas una serie de emociones que este enfermo estaba lejos de sentir, y por supuesto no quería suscitar en los demás. Vamos a dejarlo en un enfermo que a corto plazo, irremediablemente y sin remisión iba a morir. Iba a matarlo una enfermedad invalidante de cuerpo pero que despiadadamente iba a respetarle, y hasta el final, la mente. Y este hombre hablaba de las renuncias que había tenido que hacer frente en su enfermedad, a las renuncias para siempre. Y él alegaba que nunca habían sido duras; nunca habían sido duras porque él nunca había sabido que ese día, en ese instante estaba renunciando para siempre. Por ejemplo, habló de la última vez que había conducido. No había sido traumático porque él no sabía que cuando dijo hoy coge tú el coche no sabía que nunca más iba a poder coger el coche. Y así tantas cosas y tantas renuncias a lo largo del camino. Sé, por la prensa que este hombre, que hizo de su dura vida/de su dura muerte un precioso y digno docudrama, ha muerto; y digo docudrama porque creo que no era exactamente un documental, pero tampoco era exactamente una película, él quiso que hubiera documento, y en él una escenografía y como marco su gente, y como marco su entorno. Y nos expuso su vida y nos enseñó su sueño de muerte. Bien, y vosotros diréis todo esto, ¿para qué, a qué santo viene? Y todo eso viene a que cuando entro en el blog un día y otro y otro y otro y no hay artículo nuevo, sobre todo foto nueva -¡qué emoción!- huelo ese cadáver exquisito en que presumiblemente se está convirtiendo esto, a veces, sólo a veces, y siempre me ha llevado a pensar, sin pensarlo, porque hasta ahora no lo sabía ¿será esta la última vez que escribía, será está la última vez que leía? ¿Será un cadáver exquisito, con aromas de genialidad enterrada, con olores de principiantes/novatos divertidos, con ilusiones frustadas, con si te he visto no me acuerdo, con nunca debió de pasar, con cómo lo dejamos morir? En vuestro tejado dejo la pelota.
Carlos Cristos, médico e inspirador de 'Las alas de la vida'.
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