jueves, 5 de junio de 2008

Los Jardines de Luxemburgo

Reflexiones en torno a Santuario, de William Faulkner Foto: Los Jardines de Luxemburgo (Paris)

Tengo pendiente el artículo o lo que salga sobre la “gran novela americana” y también mi reseña/opinión de Santuario, de Faulkner, pero, recién acabado, este libro, no lo puedo resistir, no puedo esperar para decir que me han parecido bellísimas las dos últimas páginas, un colofón magistral. Empiezo a leer desde ...“El día había sido gris, como gris había sido el verano y el año entero….” y continuo ...
“Al cerrar la polvera, protegida por el ala de su elegante sombrero nuevo, dio la impresión de seguir con los ojos las ondas de la música, de disolverse en los compases moribundos del metal, para –más allá del estanque y del opuesto semicírculo de árboles, donde, entre intervalos de sombra, cavilaban tranquilas las reinas muertas en sus mármoles con pátina – perderse finalmente en un cielo que yacía, postrado y vencido, estrechamente abrazado a la estación de la lluvia y de la muerte.”

Repito y me repito: ¡qué final más bello!. Y dejándome llevar por las últimas palabras escritas por Faulkner para acabar su libro, que, pienso que para un autor, debe ser una decisión importante, difícil, de repente: ¡acabar!, ¿cómo acabo? .Toda una novela ¿depende sólo de su final? ¿ó no? ¿cómo se corta la relación establecida? ¿ el flujo fluyente?.. ¿ Cuánto de importante, de determinante tiene un final?
No sabría contestar, sólo sé que este me ha gustado y esos Jardines de Luxemburgo en los que recrea Faulkner el adiós de Santuario, me hace pensar en una Temple raptada de su vida (puede que de su pesadilla) para que viva la vida que se espera de ella, aunque abandone su esencia en el destierro y resulta que en estos mismos Jardines de Luxemburgo (París) se produjeron los fusilamientos de muchos comuneros en 1871, dando con ello fin al breve gobierno popular que gobernó París del 18 de Marzo al 28 de Mayo de 1871. Unos consideraron “La comuna de París” como un ideal socialista, otros anarquista, un estado revolucionario. En un sentido formal, quizás sólo fue la autoridad municipal que ejerció el poder durante ese pequeño periodo de la primavera de 1871, que tomó el poder y tuvo un sangriento final. Pero retomando la parte más idealista ó idílica de este periodo, para Marx fue la primera experiencia de "dictadura del proletariado”, en tanto que el poeta Jean-Baptiste Clément lo bautizó como el mítico"tiempo de las cerezas", que por un lado "siempre será amado", pero cuyo recuerdo, por otra parte, "siempre dañará el corazón". Sacando similitudes, pregunto ¿y no será esto último lo que quizás quedó dentro de Temple?... antes de contestar, ¡publicidad no! (:p), pero sí hacer un alto en el bello poema El tiempo de las cerezas que os he nombrado antes, y ya, si eso, hablamos…

Cuando vuelva el tiempo de las cerezas,

Cuando vuelva el tiempo de las cerezas,
Y el ruiseñor alegre y los mirlos burlones
estén todos de fiesta,
las muchachas tendrán pasión en sus cabezas
y los enamorados sol en el corazón.
Cuando vuelva el tiempo de las cerezas
Silbarán mejor los mirlos burlones.
Pero es muy corto el tiempo de las cerezas,
en el que las parejas van a coger en sueños
los hermosos pendientes:
Las cerezas de amor con sus trajes iguales
ruedan bajo las hojas como gotas de sangre.
Pero es muy corto el tiempo de las cerezas
—pendientes de coral que recogen en sueños.
Cuando estéis en el tiempo de las cerezas,
si tenéis miedo de las penas de amor
evitad las muchachas.
Yo que no temo a las penas crueles
viviré hasta sufrir su visita algún día.
Cuando estéis en el tiempo de las cerezas
tendréis también penas de amor.
Amaré siempre el tiempo de las cerezas:
desde aquel tiempo guardo abierta una herida
que daña el corazón.
Y la dama Fortuna, que me está prometida,
no sabrá nunca aliviar mis pesares.
Amaré siempre el tiempo de las cerezas
y el recuerdo de entonces que daña el corazón
.


Jean Baptiste Clément:
El tiempo de las cerezas
A la valiente ciudadana Louise, la ambulanciera
de la calle Fontaine-au-Roi, el domingo 28 de mayo 1871
.

2 comentarios:

McCorroe dijo...

Una de las películas que se hicieron de eta novela se llamó Historia de un secuestro, aludiendo a la relación, probablemente, de Temple con Popeye. Pero analizando más a fondo el final tan lleno de simbilismo, y efectivamente, bellísimo, quien realmente la secuestra en nombre de los convencionalismo, sea su padre. El que le prepara una jaula de oro con sombreros y polveras nuevas, y con esos barrotes arrincona un alma rebelde, indómita y quizás "perdida", y su mullido colchón de pajas sean las músicas con ruido a pan rancio que la acompañan.
Me ha parecido muy interesante tu análisis del escenario que escoge para finalizar el libro.
Y por otra parte a tu pregunta de cuándo acaba un autor un libro, en alguna parte le he leído a alguien, no sé si a Bolaño que "una vez se lanza una historia a rodar y se le da alas, es un ejercicio de voluntad el pararla".

McCorroe dijo...

La poesía, que la recordaba de algún rincón de mi cerebro de hace mil años me ha parecido arrebatadora.