miércoles, 9 de julio de 2008

Reloj, marca las horas

Hablando de Manhattan Transfer, de John Dos Passos
Cómo hablar de mis libros sin hablar de mí misma. Están indisolublemente unidos. ¿Os cuento mis libros y mi vida o os dejo de hablar? Tengo la cabeza y la casa llenas y todo se deshace en volutas de humo azul que suena a jazz y el tiempo pasa martilleante, desesperadamente loco y como a golpes, con en el libro. El libro –el presente- tan infranqueable, con sus frases cortas y su número abrumador de personajes, sus calles tan ruidosas y transitadas y mi casa… tan infranqueable, con sus frases cortas, sus pasillos ruidosos y transitados…
La reunión de hoy es en casa de Inma, que jura que así será para siempre o hasta que consiga pleno. O sea, que poneros todos en marcha.
La reunión anterior, en casa de la susodicha, llena de fresquita, de cordialidad, de hospitalidad, y de huecos dio poco pábulo al libro al haber leído algunas miembras poco y mal, otras poco y bien –todos los argumentos perfectamente subrayados- y las menos habiendo cumplido. Supongo que hoy será mucho más interesante al tener más opiniones, más personas, más páginas leídas y una idea más materializable en palabras. Supongo que la fresquita, la cordialidad y la hospitalidad, las mismas.
El próximo libro, El corazón es un cazador solitario (The Heart is a Lonely Hunter, 1940) escrita con tan sólo veintitrés años fue la primera novela de Carson McCullers y dio a conocer la magnitud de su talento. Centrada en el ambiente de una pequeña ciudad sureña y en un grupo de personas que —en torno a la figura emblemática del sordomundo John Singer, el personaje más conseguido de esta genial autora— tienen en común la esencial soledad, su marginalidad y el rechazo de una sociedad que les ignora, El corazón es un cazador solitario es ya un clásico de la narrrativa contemporánea. Leyendo El corazón es un cazador solitario el lector no puede evitar implicarse con cada uno de sus personajes y vibra ante la experiencia de seguir a Carson McCullers en su viaje por las profundidades del alma humana. Esta pieza maestra justifica sobradamente las palabras que Graham Greene escribió acerca de su autora: «Carson McCullers y quizá William Faulkner son, tras la muerte de D. H. Lawrence, los únicos escritores con una sensibilidad poética original. Prefiero Carson McCullers a William Faulkner porque escribe de modo más claro; la prefiero a D. H. Lawrence porque no tiene mensaje.» Fuente Editorial Six Barral
Como ves se te escubha, se te lee perfectamente, siempre habrá una vieja pendiente y a la expectativa.

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