Así me siento hoy, como los los hombres y mujeres huecos, de T.S.Elliot, con tiempos de paja que se escapan a nuestra voluntad, inmersos en vorágines de deseos y obligaciones difíciles de compatibilizar, sombras sin color, espirales que emergen en cada travesía señalándonos la calle, el embudo por el que pasar… ya es primavera, ya botamos en fallas, ya votamos los ninots, ya tenemos la mona, ya nos vamos de excursión entre bocanadas de sumisión. Y es que, leo el libro de Bolaño, Los detectives salvajes, y siento roer en mí la nostalgia de una juventud loca y alocada, desenfrenada y visceralista, lejos de coyunturas, conjeturas y estructuras, al albedrio de la sinrazón en un eterno viaje hacia todos los sitios, incluidos los sitios del alma, esa inescrutable … ó no.
Pasa el tiempo, pasan los días, tal cual pasan los capítulos de esta novela, demostrando con qué poquito de cada acontecimiento nos vamos quedando; cuántos huecos por rellenar en una amalgama compacta de momentos que van conformando una historia y muchas vidas, tal cual la existencia misma. Quizás estos protagonistas, Lima y Belano ó Mario Santiago y Roberto Bolaño, en una máxima expresión de héroes de la literatura mueren jóvenes para convertir en teoría la hipótesis de la novela: que la vida es una proliferación de instantes. Y quizás los detectives salvajes acechan, buscan, espían la vida, para al final concluir que no existe la vida aprehensible, el tiempo real, siendo el resultado de su experimento que sólo la muerte es, y es eterna.
2 comentarios:
¿Te está sentando bien esta lectura?
Y tú,¿qué crees?
ó sería :
Y ¿tú que crees?
ó sería :
¿Y tú que crees?
¡Huy me ha salido triplete, como una Trinidad ó como un tres en uno, menos celestial y más de andar por casa aflojando tornillitos ó para que no crujan demasiado las teclas/ sables de palabras al chocar.
Publicar un comentario